
En la entrada de hoy hablaremos del caso de Jeffrey Dahmer, un asesino en serie que pasó a la historia como “El caníbal de Milwaukee”, “el carnicero de Milwaukee” o “El monstruo de Milwaukee”. Su caso es tan aterrador como interesante y personalmente me plantea una serie de dudas que ya os comentaré. Vamos allá.
Jeffrey Dahmer nació el 21 de mayo de 1960 en Wisconsin y esta vez no nos vamos a encontrar, como hemos visto en otros hilos, con una infancia traumática ni con unos padres maltratadores, todo lo contrario: fue criado en una buena familia, rodeada de amor.

Esto ya es un hecho extraño, porque normalmente cuando Ressler y Douglas (creadores de la unidad de análisis de la conducta del FBI) se entrevistaron con este tipo de asesinos, se encontraron con unas infancias terribles que marcaron profundamente su carácter como adultos: maltrato, abusos físicos y/o sexuales, padre ausente, madre dominante… Pero por lo que sabemos con sus entrevistas con Ressler y por el testimonio de sus padres, Jeffrey era un niño normal, divertido y extrovertido. Debido al trabajo de su padre, Lionel, se mudaban con mucha frecuencia hasta que en 1967, cuando Jeffrey tenía 7 años, se instalaron definitivamente en Bath, una localidad de Ohio donde pasaría el resto de su infancia y adolescencia.
Desde entonces Jeffrey se volvió más retraído y le costaba entablar relación con otros niños, por lo que su padre lo animaba constantemente a participar en todo tipo de actividades. Cuando cumplió los 10 años las cosas no iban bien entre sus padres, discutían constantemente así que solía a pasear por un bosque cercano a su casa: allí descubrió su fascinación por los animales muertos: solía intentar cazarlos y recorrer las carreteras en busca de sus cuerpos.

Cuando tenía unos 15 o 16 años Jeffrey es consciente por primera vez de su fascinación por la muerte cuando en una clase de biología diseccionaron a un lechón. La adolescencia no fue un periodo fácil para él: era un estudiante brillante aunque todos lo veían como un bicho raro, lo consideraban el payaso de la clase y él seguía siendo retraído: había descubierto que era homosexual y no sabía gestionarlo bien: recordemos que estamos en un pueblo pequeño de EEUU en los años 70, con una mentalidad aún muy cerrada y llena de prejuicios. Jeffrey no desvelaría su orientación sexual: cada vez que sentía impulsos sexuales los bloqueaba. Sin saber muy bien por qué, sus fantasías sexuales se mezclaron con fantasías donde asesinaba y descuartizaba a sus amantes. Esto lo alarmaría así que, según él mismo confesaría, se refugió en la bebida y acabó alcoholizado cuando todavía estaba en el instituto. La separación de sus padres no ayudó y Jeffrey siguió refugiándose en las drogas y en el alcohol.
Llegamos a junio de 1978 y Jeffrey que acaba de cumplir 18 años y de graduarse pero no está atravesando por un buen momento: su madre se ha mudado con su hermano pequeño a otro estado y su padre se ha marchado a vivir a un hotel. Se siente solo y decide salir a conducir y a beber. Eran las cinco de la mañana, ya estaba llegando de vuelta a casa cuando vio a Steven Hicks, un chico que hace autostop y le invita a subir a su coche y a ir a su casa. Allí lo invita a fumar un porro y a tomarse unas cervezas. Le atrae pero Steven no es gay y quiere marcharse a su casa. «Nunca conocí a nadie que fuera gay, por lo menos que yo supiera; sexualmente era muy frustrante» confesaría en una de sus entrevistas con Ressler.

Jeffrey se siente rechazado, agarra la barra de unas pesas, le golpea fuertemente la cabeza y lo estrangula. Era su primer asesinato aunque ya había fantaseado con ello. Durante unos instantes no sabe qué hacer, se masturba, baja el cadáver al sótano y espera al día siguiente, cuando compra un cuchillo de caza, lo abre en canal y se masturba de nuevo. Descuartizar le excitaba. Troceó su cuerpo, lo introdujo en bolsas de basura y se dispuso a deshacerse de él arrojándolo por un barranco a 15 km de su casa. De camino la policía lo para, examina su coche y al ver las bolsas Jeffrey explica que no tiene ningún vertedero cerca donde arrojar la basura. Le creen y decide volver a casa y dejar las bolsas en el sótano. Cogió su cabeza, la lavó y de nuevo se masturbó. Al día siguiente machacaría los restos de Steve con una maza y los esparciría por el bosque que rodeaba su casa.
Jeffrey intentaba reconducir su vida y reprimir sus impulsos homicidas pero estaba perdido. Fue su padre quien lo convenció para que fuese a la Universidad. Allí podría empezar de cero pero su adicción a las drogas y el alcoholismo provocaron que fuese expulsado de la universidad. De vuelta a casa, su padre lo convence para que se aliste en el ejército y Jeffrey accede. Después de la instrucción lo enviaron a Austin (Texas) donde lo prepararon para ser personal médico de campaña: ahí adquirió los conocimientos de anatomía que más adelante le servirían para descuartizar a sus víctimas. Luego lo desinaron a Alemania durante un año pero de nuevo fue expulsado por sus problemas con el alcohol y Jeffrey volvió a Miami. Allí estuvo una temporada hasta que se quedó sin dinero y pidió ayuda a su padre que le mandó dinero para un billete de vuelta. Lionel decidió que lo mejor para Jeffrey sería irse a vivir con su abuela a una localidad cercana a Milwaukee, con la esperanza de que la buena mujer pudiese reconducirlo. Funcionó durante una temporada: dejó el alcohol, dejo las drogas y conseguía mantener a raya sus impulsos asesinos, que relacionaba directamente con su inclinación sexual.

Habían pasado ya tres años desde que había vuelto de Alemania cuando en una biblioteca un joven le pasó una nota ofreciéndole sexo. Ese deseo sexual contenido durante tanto tiempo despertó y sus ganas de asesinar se reavivaron. Se contuvo, pero a su manera: en 1986 Jeffrey ve la esquela de un joven de 18 años que acababa de fallecer, se presenta en el tanatorio y al ver lo atractivo que era decide acudir más tarde al cementerio para desenterrarlo y llevar su cadáver a casa. No tuvo suerte: hacía demasiado frío y el suelo estaba demasiado duro.
Para calmar su deseo, Dahmer robó el maniquí de una tienda y se lo llevó a su casa: lo guardaba en el armario y solía sacarlo para masturbarse sobre él: era el compañero perfecto, el amante sumiso que siempre había deseado pero su abuela, al descubrir el maniquí se lo hizo tirar.
Jeffrey solía salir a beber por las noches y le gustaba acudir las saunas de la zona. En las saunas conocería a bastantes hombres. Solía echarles somníferos en sus bebidas para dejarlos inconscientes y tumbarse junto a ellos. En una ocasión, uno de los hombres a los que sedujo sufrió una sobredosis y estuvo una semana ingresado por lo que Jeffrey fue expulsado de la sauna. Comenzó entonces a acudir a los bares y discotecas de ambiente de la localidad que se convirtieron en el lugar donde conocería al resto de sus víctimas.
En noviembre de 1987 en una de sus salidas nocturnas conoce a Steven Tuomi, lo invita a su habitación del hotel, echa somníferos en su bebida y lo deja inconsciente. Él también se queda dormido, al menos eso es lo que recuerda Jeffrey cuando narra lo ocurrido aquella noche a Ressler. Cuando despierta descubre horrorizado el cadáver de Steve, que había muerto brutalmente golpeado. No entendía lo que había pasado pero las heridas en sus antebrazos apuntaban a que él era el responsable. Tenía que deshacerse del cuerpo así que compra una maleta, introduce en cadáver y vuelve a casa en taxi, dejando la maleta una semana en sótano de la abuela. Allí lo rajó, lo descuartizó, se masturbó como había hecho con su primera víctima (ver sus vísceras lo excitaba), golpeó su esqueleto con una maza hasta hacerlo pedazos y lo arrojó a la basura. Esta vez se quedó con su cráneo. Quiso limpiarlo y para ello lo metió en lejía blanqueada pero esto hizo que el cráneo quedase demasiado frágil y acabó por tirarlo también a la basura.

Unos meses después conoce a Jamie Doxtator, de 14 años, en una parada de autobús y le ofrece 50$ por acompañarlo a su casa y hacerle unas fotografías. Esa misma técnica usaría con Richard Guerrero, en marzo de 1988. ¿Su destino? Os lo podéis imaginar: los asesinó salvajemente, los descuartizó, se masturbó y se deshizo de sus cuerpos.

En enero de 1989 es acusado de abusar sexualmente de un chico de 13 años y es enviado a prisión durante 10 meses. Lo cierto es que ese periodo entre rejas no sirvió para reconducir su conducta porque tras salir de la cárcel Jeffrey mataría aún con más frecuencia. hasta que es detenido en junio de 1991, Dahmer comete 12 asesinatos más.

El mismo modus operandi para atraer a las víctimas, pero al asesinato y a la necrofilia hay que sumarle una nueva afición: el canibalismo. Era una forma, como él mismo explicaría, de mantenerlos a su lado porque, en el fondo, se sentía solo y no quería que dejarlos ir. Quería que, de alguna forma, formasen parte de él para siempre.
Y es que la obsesión por tener a alguien que se quedase siempre a su lado era un constante en su vida que llevaría a extremos insospechados. Empezó a interesarse por el ocultismo y con la idea de crear a un hombre perfecto que lo amase para siempre, un “amante zombie” y para lograrlo perforaba con un taladro las cabezas de sus víctimas y les introducía agua hirviendo o ácido pero morían, lógicamente, a las pocas horas. Esto lo realizó en sus últimos crímenes.
En julio de 1991 su última víctima, Tracy Edwards, logra escapar del apartamento de Dahmer y avisar a las autoridades. Cuando entraron en su domicilio no se podían creer lo que veían: una cabeza cortada en el congelador, fotos que Jeffrey había ido tomando de cada víctima, trozos de cadáveres guardados en un enorme bidón, 7 cráneos con los que planeaba hacer un altar y restos de cuerpos por toda la casa.

El día 22 de julio de 1991 fue detenido y en 1992 fue condenado a cinco cadenas perpetuas por 17 asesinatos pese a que su defensa alegó locura. Lo enviaron a una prisión a Portage, donde acabaría falleciendo por una paliza que le propinó otro de los reclusos. Era el 28 de noviembre de 1994.

Y podría decir que aquí acaba el hilo de hoy, pero me gustaría añadir algo más. Jeffrey Dahmer es un caso diferente, un caso atípico de asesino. Como muchos sabéis, Ressler (creador de la unidad de análisis de la conducta del FBI) clasificaba a los asesinos en serie como organizados y no organizados pero el caso de Dahmer le generaba dudas: no respondía ni al perfil clásico de criminal organizado ni al del criminal desorganizado, lo definió como un criminal mixto y esto hubiese podido abrir la posibilidad de que el tribunal considerase que no estaba en su sano juicio cuando cometió sus últimos asesinatos.
De hecho, Ressler estableció un vínculo especial con Dahmer y mantuvo durante años el contacto con los padres de éste. Para Ressler Dahmer no era con los demás, vio algo en él que le hizo pensar que sufría un trastorno disociativo, es decir, personalidad múltiple y sus conversaciones le sirvieron de mucho para el estudio de la mente criminal. Aquí os dejo un documental sobre perfilación criminal donde sale Ressler (donde podréis ver cómo trabaja y cómo perfila) y se trata (hacia el final) el caso de Jeffrey Dahmer. Es muy interesante.
Si os interesa el tema del trastorno disociativo o de personalidad múltiple hay una serie documental de Netflix que trata el caso de Billy Milligan y que no os dejará indiferentes, se llama “Monstruos internos: Las 24 caras de Billy Milligan”
Aquí podéis leer un fragmento de la entrevista que Robert Ressler, el investigador del FBI que, junto con John Douglas, entrevistó durante años a los asesinos en serie más relevantes cuya investigación contribuyó a crear el perfil psicológico de este tipo de criminales y que, como muchos sabéis, inspiró la serie Mindhunter.
Os dejo también un documental muy interesante, aunque en Youtube podéis encontrar muchos, incluidas entrevistas que el propio Dahmer concedió: