ASESINOS EN SERIE: EL ASESINO DEL TORSO DE TIMES SQUARE

Vamos hoy con un asesino en serie no muy conocido: pese a que actuó entre 1967 y 1980 y se cree que ha matado al menos a 100 mujeres su caso apenas tuvo repercusión hasta que la serie documental de Netflix “Crime scenes: The Times Square Killer” lo sacó del olvido y nos mostró a un auténtico monstruo que nada tiene que envidiarle a Ted Bundy o a Ed Kemper.

Vamos allá. En la década de los 70 Nueva York no era la ciudad ideal para vivir: la recesión económica había hecho estragos: más desempleo, más pobreza, más drogadicción, más prostitución y unas tasas de criminalidad altísimas. Para que os hagáis una idea, sólo en 1975 unas 4000 personas habían sido atacadas, violadas o asesinadas en la ciudad. Estaba claro que las calles no eran un lugar seguro y, por si fuese poco, los recortes del alcalde de Nueva York habían dejado en la calle a miles de agentes de seguridad, policías y bomberos dejando a sus ciudadanos en una situación vulnerable que se convertiría en caótica cuando David Berkowitz (Son of Sam) empezó a sembrar el caos disparando aleatoriamente por toda la ciudad. Pero Berkowitz, que tuvo una cobertura mediática sin precedentes, no era el único asesino que actuaba en Nueva York.

Nos vamos a diciembre de 1979, cuando los bomberos de la ciudad reciben el aviso de un incendio en la habitación 417 del hotel Travell Inn de la Calle 42. Cuando logran sofocar el fuego presencian una escena escalofriante: sobre dos camas individuales había dos cuerpos sin cabeza y sin manos. Pensemos que en aquel momento no había las técnicas que existen hoy en día, así que sin cabeza (piezas dentales) y sin manos (huellas dactilares) saber quiénes eran las víctimas parecía una tarea imposible. Pero había algo curioso en la escena del crimen: el asesino había dejado la ropa de sus víctimas cuidadosamente doblada en el cuarto de baño. No tenían mucho con lo que trabajar, así que se les ocurrió vestir a unos maniquíes con la ropa de las víctimas y difundir por todo Times Square las fotografías, con la esperanza de que alguien pudiese reconocer las prendas e identificar así a las víctimas. Y funcionó, al menos, con una de ellas: fue identificada como Deedah Goodarzi (quedaos con este nombre), una prostituta que ejercía en Times Square. La otra joven jamás fue identificada.

El 5 de mayo de 1980 una limpiadora del hotel Heights Quality Inn de Nueva Jersey encuentra debajo de una cama el cuerpo sin vida de Valerie Ann Street, una prostituta de 19 años. El asesino le había esposado las manos, la había torturado y le había seccionado un pecho.

Pocos días después, en Nueva York, los bomberos, después de apagar un incendio en una de las habitaciones del Hotel Seville, encontraban otro cuerpo: se trataba de Jean Mary Ann Reyner, una prostituta de 25 años que había muerto a puñaladas. El asesino había mutilado sus pechos y los había colocado en la cabecera de la cama. Había un patrón: mujeres jóvenes, todas ellas prostitutas, cuyos cuerpos aparecían en hoteles y cuyos pechos habían sido seccionados. Pero… ¿quién estaba detrás? ¿Eran víctimas de sus chulos, de la Mafia, de bandas de narcotraficantes o había un asesino en serie suelto? La policía no tenía dudas: había un asesino en serie actuando en Times Square y todos acabaron conociéndolo como el “asesino del torso” pero debido a que, por aquel entonces, ni las ciudades ni los estados compartían información policial entre sí, nadie relacionó estos crímenes de Times Square con los de Nueva Jersey.

El miedo recorrió las calles: las prostitutas tenían pánico a ser las siguientes pero sólo ellas podían cuidar de sí mismas: estaban atentas, pendientes las unas de las otras, vigilaban en qué coche se había subido cada una, tenían señales para poder comunicar a las demás si había algún cliente sospechoso…pero poco más podían hacer.

El 22 de mayo de 1980 un hombre contrata los servicios de una joven prostituta llamada Leslie Ann O’Dell: salen a cenar, beben unas copas y acaban la noche en el hotel Hasbrouck Heights Quality Inn de Nueva Yersey. Eran las 3 de la madrugada cuando Leslie comenzó a gritar y a pedir auxilio. El personal del hotel llama a la policía, que detiene al agresor en los pasillos del hotel: se trataba de Richard Cottingham, un informático de clase media de 33 años de Nueva Yersey, padre de tres hijos que estaba en proceso de divorcio.

Fue condenado a 200 años de prisión al ser declarado culpable de 15 de los 20 cargos presentados contra él (además de los asesinatos, fue juzgado por la violación y tortura de varias prostitutas que dejó malheridas y, probablemente, dio por muertas). Y podríamos pensar que aquí acaba la historia, con un Richard Cottingham anciano, en silla de ruedas, que pasa sus últimos años de vida en la cárcel estatal de Trento, en Nueva Yersey pero no. Es aquí donde entra en escena una mujer, Jennifer Weiss que, tras investigar sobre su adopción, descubrió que su madre biológica era Deedah Goodarzi, una de las dos prostitutas que apareció decapitada y sin manos en un hotel neoyorkino a finales de 1979. Jennifer visitó a Cottingham (y lo sigue haciendo) y logró ganarse su confianza hasta conocer detalles de su vida y muchos sus asesinatos.

El de Richard Cottingham es un caso peculiar: nació el 25 de noviembre de 1946 en Nueva York y con respecto a su infancia poco podemos decir: al contrario que otros casos de asesinos en serie no encontramos abusos sexuales ni maltrato físico: se crio junto con sus dos hermanos en un hogar normal, era un chico solitario y tímido al que le gustaban los deportes que se volvió aún más retraído cuando la familia se mudó a Nueva Yersey en 1954. Era un buen estudiante que, tras graduarse, se formó en informática y con sólo 20 años fue contratado en “Blue Cross Blue Shield of Greater”, una empresa neoyorquina en la que trabajaría hasta su detención.

En 1970 se casó y tuvo tres hijos: todo parecía normal en su vida: una casa, un buen empleo, mujer e hijos pero lo cierto es que Cottingham había empezado a matar unos años antes.

Su primer crimen lo cometería en 1967, con tan solo 21 años, cuando estranguló en su vehículo a Nancy Voguel, una joven de 29 años, madre de dos hijos, cuyo cuerpo dejó abandonado en Ridgefield Park, una localidad de Nueva Yersey.

Unos meses después acabaría con la vida de Jackie Harp, una niña de 13 años a la que también estranguló. En 1969 asesinó a Irene Blase, de 18 años, estrangulándola con un alambre y tirando su cuerpo a un río y unos meses después estranguló a la joven Denise Falasca. Nada se supo de la autoría de estos crímenes hasta hace unos años, cuando Cottingham confesó estos asesinatos. También reveló que era el responsable de la muerte de las adolescentes Lorraine Marie Kelly y a Mary Ann Pryor, a las que secuestró, ató, violó y ahogó para después arrojar sus cuerpos en un bosque, donde serían localizadas unos días después.

En otra de sus confesiones, desvelaría que también era el responsable de la muerte de Mary Ann Carr, a la que había secuestrado y asesinado en diciembre de 1977 después de esposarla, torturarla, cortarle los pechos, amputarle las piernas y abandonar su cuerpo cerca de un hotel de New Yersey.

En total, afirma haber matado a más de 100 mujeres y presume de que 80 de esas muertes fueron “asesinatos perfectos”. La gran mayoría eran prostitutas y quizás por eso fueron “perfectos”: nadie las reclamaba, su muerte no ocupaba titulares, sus cadáveres se fueron acumulando y catalogando como casos sin resolver en los que se dio por hecho que habían sido víctimas de sus proxenetas, de traficantes de drogas o de la mafia. Sé que hay que poner las cosas en contexto y que en aquella época no había las técnicas que hay ahora, que NY no era una ciudad segura, que estaba falta de agentes de seguridad pero tengo la sensación de que si a alguien de verdad le hubiese importado este caso muchas muertes podrían haberse evitado: fueron varias las prostitutas que denunciaron agresiones y llegaron a dar descripciones detalladas de quien las había intentado asesinar. En concreto, me llama la atención el caso de Susan Geiger, que sobrevivió de milagro a los ataques de Cottingham. En octubre de 1978 Susan recibió la llamada telefónica de un cliente con el que quedó a medianoche: la recogió en un coche Thunderbird granate: lo describió como un hombre amable, que dijo llamarse Jim y que mientras la invitaba a copas le contó que vivía en Nueva Jersey, que trabajaba como informático en Nueva York, que estaba casado y que tenía tres hijos. Mientras bebía comenzó a sentirse mareada: se despertó horas después en el Airport Motel de Nueva Jersey, cubierta de sangre: la habían golpeado repetidas veces y presentaba laceraciones por todo su cuerpo. La policía que se presentó en aquella habitación de hotel encontró semen en una de las toallas del hotel que se correspondía con alguien con sangre tipo 0 pero la investigación no fue más allá. Si hubiesen investigado a los propietarios de un Thunderbird granate con las características que dio Susan hubiesen descubierto que Cottingham tenía antecedentes por robo, por conducir ebrio y por violación, pero nadie lo hizo y esa dejadez provocó que siguiese matando durante años a una mujer cada dos semanas hasta sobrepasar el centenar de asesinatos.

Y hasta aquí el hilo de hoy. Faltan datos de más víctimas pero son demasiadas para relatarlas todas en un hilo y, además, muchas de ellas no están identificadas. En cada encuentro de Cotingham con Jennifer Weiss salen nuevos datos y confesiones de crímenes sin resolver: no está arrepentido, todo lo contrario, se muestra orgulloso de haber cometido tantos asesinatos sin ser descubierto. Es un depredador, un sádico, un monstruo, como el resto de asesinos en serie de los que os he hablado. Para la elaboración del hilo, además del propio documental del que os hablé al principio, he usado la siguiente bibliografía.

https://www.infobae.com/historias/2022/01/10/el-atroz-caso-del-asesino-del-torso-violaba-mutilaba-y-decapitaba-prostitutas-y-netflix-lo-rescato-del-olvido/

https://www.clarin.com/internacional/hizo-amiga-asesino-madre-resolver-crimenes-terribles_0_M0rK0139l.html

https://www.cronica.com.ar/mundo/Cometi-mas-de-80-asesinatos-perfectos-y-nadie-lo-supo-los-estremecedores-detalles-que-revelo-un-asesino-en-un-documental-de-Netflix-20211231-0080.html

Publicado por veganibalecter

Como perder el tiempo en twitter no me parecía suficiente...decidí abrirme este blog. Aquí encontraréis (en otro formato) mis hilos sobre cine, historia, literatura, sociología...

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