LA FUGA DE ALCATRAZ

LA FUGA DE ALCATRAZ

En la bahía de San Francisco, en una pequeña isla a más de dos millas de la costa, se construyó la que fue, durante décadas, la cárcel más segura del mundo: la prisión de Alcatraz, más conocida como La Roca. Rodeada de gélidas aguas, fuertes corrientes y tiburones y con un guarda por cada tres reclusos escapar era una misión imposible: todo aquel que lo había intentado (un total de 36 hombres en 14 intentos de fuga) había sido descubierto o había muerto en el intento, hasta la mañana del 12 de junio de 1962, cuando los guardas descubren que tres de los reos han desaparecido. Hoy os cuento la historia de la fuga de Alcatraz.

LOS PROTAGONISTAS

FRANK MORRIS, prisionero AZ1441. Nacido en Washington en 1926, fue abandonado a los pocos meses de nacer y pasó hasta por 10 casas de acogida hasta los 13 años, edad a la que tenía ya un amplio historial delictivo: posesión de narcóticos, robo, atraco a mano armada… Fue encarcelado en su adolescencia y pasó casi toda su vida en varias prisiones de EEUU, de las que intentaría fugarse en varias ocasiones. En su expediente penitenciario figuraba su coeficiente intelectual: 133: fue, sin duda, el más inteligente de todo el grupo y el artífice del plan de fuga. Pero no podía hacerlo solo. 

Y aquí entran en escena los hermanos JOHN (prisionero AZ1476) Y CLARENCE ANGLIN (prisionero AZ1485), nacidos en Georgia en 1930 y 1931, respectivamente, que habían hecho carrera como atracadores de bancos. Su mayor golpe lo dieron cuando atracaron un banco en Alabama usando una pistola de juguete, llevándose consigo un botín de 20.000 dólares. Fueron detenidos cinco días después y enviados a Alcatraz.

En el plan de fuga inicial estaba involucrado también ALLEN CLYTON WEST (prisionero AZ1335), un delincuente originario de Nueva York, nacido en 1932 que había ido a parar a Alcatraz tras varios intentos de fuga de otras prisiones.

EL PLAN DE FUGA

Todo comenzó meses antes, en diciembre de 1961, cuando Frank Morris descubrió que el espacio del conducto de ventilación que cada celda tenía debajo del lavabo podía ser ampliado hasta conseguir que una persona pudiese pasar por él.

Durante las semanas siguientes, los cuatro reclusos iban perforando poco a poco la superficie que rodeaba el conducto de ventilación con un taladro improvisado, con cuchillas o con cucharas de metal. Para no llamar la atención de los guardas camuflaron este espacio con cartones pintados, maletas o cualquier objeto que no levantase sospechas en las múltiples inspecciones que se realizaban en las celdas. Al fin consiguieron hacer un agujero lo suficientemente grande como pasar al otro lado.

Y cuando lo hicieron fueron a parar a un pasillo de mantenimiento sin vigilancia y escalaron hasta la parte superior de sus celdas: habían encontrado el lugar idóneo para instalar su taller clandestino: durante los meses siguientes se reunieron allí para preparar todo lo necesario para su fuga: lograron robar en ese tiempo unos 50 chubasqueros a los guardas de la prisión, con los que fabricaron una lancha y cuatro salvavidas. También fabricaron remos de madera y a partir de un instrumento musical lograron construir un artefacto que serviría para inflar la balsa. Todo iba sobre ruedas pero había un problema: cada hora un guarda comprobaba que todos los reos estuviesen en sus celdas así que necesitaban ganar tiempo: fabricaron réplicas de sus cabezas con yeso, pintura color carne y pelo humano que uno de los hermanos Anglin recogía meticulosamente cada día en su trabajo en la barbería de la cárcel.

LA FUGA  

La noche del 11 de junio de 1962, a las 21:00, Frank Morris y los hermanos Anglin, dejan las cabezas falsas sobre las camas, quitan la rejilla de ventilación, pasan al pasillo de mantenimiento y suben al techo. Esperan a Allen West pero éste no había hecho el agujero lo suficientemente grande como para caber por él y no puede salir de su celda. Al ver que no aparece deciden seguir con el plan de fuga: cortan la alambrada de púas, inflan la balsa, se deslizan con ella por una gran tubería y caen al mar.

La mañana del 12 de junio uno de los guardas da la voz de alarma al ver que tres de los reclusos no se han levantado: al entrar a inspeccionar las celdas descubre las cabezas falsas y los agujeros en los conductos de ventilación. A los pocos minutos decenas de federales y policías inician su búsqueda: no encontraron nada en el mar, salvo algunos trozos de madera que habían podido ser usados como remos y una especie de chaleco salvavidas hecho a partir de chubasqueros que apareció en la playa de Cronkhite: ni rastro de Morris y los Hermanos Anglin. La hipótesis principal que se barajó es que habrían muerto ahogados o víctimas del ataque de los tiburones: se consideró imposible que aquellos tres hombres pudiesen sobrevivir a las fuertes corrientes y a las bajas temperaturas y llegar con vida a la costa nadando en esas condiciones algo más de dos millas. Y, pese a que la investigación prosiguió durante años, el FBI decidió en 1979 cerrar el caso determinando que aquellos tres hombres murieron en el intento de fuga. Y podríamos pensar que es cierto, pero la verdad es que basta con indagar un poco en esta historia para descubrir hechos curiosos: muchos fueron los que afirmaron haberlos visto y tres años después de la fuga la madre de los Anglin recibió una felicitación navideña: los expertos confirmaron que la letra correspondía a John y Clarence Anglin. Años después recibió una misteriosa fotografía tomada en 1975 enviada desde Brasil donde aparecían dos hombres que se parecían a John y Clarence. Pero no había pruebas concluyentes.

En 2013 la policía de San Francisco recibió una carta que comenzaba de la siguiente manera: “mi nombre en John Anglin. Conseguí escapar de Alcatraz en junio de 1962 con mi hermano Clarence y Frank Morris. Tengo 83 años y tengo cáncer pero, sí, todos logramos escapar, por los pelos, aquella noche”. En esa Carta relataba que tras su fuga vivió en Dakota del Norte y que en la actualidad pasaba sus últimos días de vida en el sur de California. Firmaba la carta como el único superviviente de la fuga ya que Clarence había muerto en 2008 y Frank Morris en el 2012. El FBI analizó los restos de ADN y las huellas de la carta pero los resultados no fueron concluyentes: el misterio continuaba. La fuga de Alcatraz era casi un hecho histórico, era difícil saber dónde acababa la realidad y empezaba la leyenda.

Y podríamos pensar que aquí acaba la historia, con un enigma, con un misterio y con el debate sobre si aquellos tres hombres sobrevivieron o no a la fuga. Pero resulta que me he encontrado con una noticia curiosa de hace apenas un par de años: un grupo de científicos de la empresa de IA Identy crearon un algoritmo a partir de decenas de fotografías de los hermanos Anglin y lograron generar una “huella facial”. Cuando aquella fotografía tomada en Brasiil en 1975 se introdujo en el sistema el programa determinó, casi sin lugar a dudas, que aquellos dos hombres eran John y Clarence Anglin, lo que, a falta de pruebas de ADN, demostraría que al menos dos de los tres presos sobrevivieron a la ya histórica fuga de Alcatraz.

Y hasta aquí el hilo de hoy. Espero que os haya gustado.

Os dejo la bibliografía

https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-01-22/fuga-alcatraz-misterio-resuelto-inteligencia-artificial-foto-brasil-anglin-morris_2422339/

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-01-24/fuga-alcatraz-frank-morris-misterio-huida-presos-mas-famosos-historia_1510904/

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-06-17/alcatraz-fuga-los-hombres-que-lo-lograron_1577678/

y unos documentales

Publicado por veganibalecter

Como perder el tiempo en twitter no me parecía suficiente...decidí abrirme este blog. Aquí encontraréis (en otro formato) mis hilos sobre cine, historia, literatura, sociología...

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