
Hoy os cuento la historia de Karl “Fritz” Haarmann, también conocido como el Carnicero de Hannover, el ogro de Hannover o el Vampiro de Hannover, un asesino en serie que conmocionó a la sociedad alemana de los años veinte. Vamos allá.
El 17 de mayo de 1924 unos niños que jugaban en la orilla del río Laine, en Hannover, Alemania, encontraron un cráneo humano. El examen determinó que se trataba de un joven de entre 11 y 13 años. Apenas dos semanas más tarde, otro cráneo aparecía en el mismo lugar. También pertenecía a un adolescente y, aunque había pasado mucho tiempo en el agua, tenía señales de que su piel había sido arrancada con un escalpelo o instrumento similar. El 13 de junio de ese mismo año, de nuevo aparecía otro cráneo, con las mismas características. Esto, unido a que otros niños encontraron en una pradera un saco con huesos humanos, hizo que cundiese el pánico en toda la ciudad.
¿Podría tratarse de los jóvenes desaparecidos en los últimos años? Entre 1918 y 1924 se había denunciado la desaparición de hasta 600 personas, muchos de ellos adolescentes. A pesar de que muchos volvían a casa sanos y salvos, lo cierto es que decenas continuaban desaparecidos y nada más se había podido saber sobre ellos. En concreto, Hannover era la ciudad donde más adolescentes habían desaparecido en los últimos años. Con la aparición de estos restos, el pánico comenzó a extenderse por toda la ciudad y llegó a hablarse de un hombre lobo y hasta de que la carne de aquellos chicos había sido vendida como carne humana. Los ciudadanos no tardaron en organizarse para rastrear el lecho del río y encontraron hasta 500 restos humanos. Los forenses que los analizaron determinaron que se trataba de, al menos, 22 cuerpos humanos y que, al menos, una tercera parte pertenecía a jóvenes de entre 15 y 20 años. El 23 de junio era detenido el principal sospechoso: Friedrich (Fritz) Haarmman .
Nacido en la ciudad alemana de Hannover el 25 de octubre de 1879 en el seno de una familia humilde, Frizt Haarman era el menor de seis hermanos. Era un niño tímido e inseguro al que su madre vestía y criaba como si fuese una niña. Esto, unido al hecho de que solía relacionarse con otras niñas y optaba por juegos considerados “poco masculinos” enfurecía a su padre, que lo sometía a constantes palizas. Tampoco era un niño que destacase por su inteligencia: sus resultados académicos eran muy mediocres y, cuando llegó a la adolescencia, sus padres lo enviaron a una academia militar, esperando que allí pudiera volverse más disciplinado. No funcionó: debido a problemas de salud tuvo que volver a casa y poco después fue detenido por acosar sexualmente a jóvenes, lo que le llevó a ser diagnosticado de un trastorno mental y a ser internado en un psiquiátrico en 1898. En contra de la voluntad de sus padres, los profesionales consideraron pasado un tiempo que Fritz ya estaba preparado para reinsertarse de nuevo en la sociedad y quedó en libertad. Es a partir de este momento cuando inicia su carrera como delincuente, dedicándose principalmente a robos y estafas. En 1918, después de cumplir 5 años de prisión, quedó en libertad y, lejos de reconducir su vida, continuó con su carrera delictiva, dedicándose principalmente al contrabando de carne de cerdo. Era confidente de la policía y solía chivarse de los trapicheos que había por la ciudad: daba información a la policía que le permitía hacer redadas y el resto de ladrones, contrabandistas y timadores nunca sospechaban de él porque en esas redadas Frizt Haarman también era detenido.
Había alquilado una habitación anexa a una tienda en la calle Kellerstrasse. Conocido por todos sus vecinos, que lo consideraban una persona educada, solía entrar y salir con frecuencia, cargado con bultos. También era frecuente oírlo despedazando carne, pero dado que todos conocían que se dedicaba a la venta de carne de contrabando nadie se alarmó. En realidad, sí hubo una mujer que dio la voz de alarma: denunció que aquella carne que había comprado no era de cerdo e insistía en que se trataba de carne humana. Fue ignorada.
En septiembre de 1918, el matrimonio Rothe denunció la desaparición de su hijo Fridel, de 18 años. Varios testigos habían afirmado haberlo visto en compañía de Fritz Haarman y la policía acudió a su apartamento para interrogarlo y registrar su vivienda. No pusieron mucho afán porque la cabeza de Fridel se encontraba detrás de la cocina, envuelta en papel de periódico.
Un año después conocería a Hans Grans, se hicieron pareja y se fueron a vivir juntos a un pequeño apartamento en la calle Rothe Reihe. Hans era tan sádico como él y le ayudaba a escoger a las víctimas. En ocasiones, algunos jóvenes acababan muriendo sólo porque a Hans se le había antojado alguna de sus prendas de ropa. En la ropa, y no en la carne, era precisamente donde estaba el negocio de Haartman. Además de vender la ropa de sus víctimas solía presentarse en los barrios adinerados de Hannover y, haciéndose pasar por refugiado de Silesia, conseguía hacerse con una importante cantidad de prendas, que luego revendía. Junto con Hans, repetía una y otra vez la operación en ciudades como Berlín o Hamburgo. Cuando las autoridades se dieron cuenta de este fraude, avisaron a los vecinos y Fritz y Hans tuvieron que buscarse otro negocio.
Fritz salía todas las noches y se dirigía a la estación de tren de la ciudad donde campaba a sus anchas gracias a un pase extendido por la jefatura de la policía, lo que le permitía deambular por los andenes sin llamar la atención. Los empleados de la estación lo conocían y presuponían que se trataba de un policía o de un funcionario. Allí se acercaba a los adolescentes, examinaba su documentación, los interrogaba y, cuando daba con algún joven sin recursos o que se había escapado de casa, le ofrecía comida y un lugar donde pasar la noche. Una vez en su casa, les acababa con sus vidas de un mordisco en la nuez de Adán. Descuartizaba los cuerpos y la carne la vendía o la usaba para hacer embutidos.
Seguiría matando hasta 1924, cuando fue detenido después de que, como ya os he contado al principio, se encontrasen centenares de restos mortales en el río Laine. La policía llevaba unos meses sospechando de él pero no tenían (o no les interesaba) tener pruebas contra él. Lo cierto es que había sido detenido varias veces por conducta indecente y varios jóvenes lo habían denunciado por intentar abusar de ellos. Ya sea por suerte, porque los jóvenes nunca quisieron declarar o porque era confidente de la policía, nunca pareció haber demasiado interés en detenerlo. Cuando registraron su apartamento había prendas de ropa de otros jóvenes y restos de carne y sangre en las paredes. El juicio duró 14 día y en él testificaron hasta 130 personas. Se le acusaba de ser el responsable de la muerte de al menos 27 jóvenes, aunque durante el juicio confesó que podrían haber sido muchos más, al menos 40. Hans fue condenado a cadena perpetua (de la que cumplió 12 años) y Fritz Haarman fue condenado a muerte: moriría decapitado el 15 de abril de 1925. Su cabeza fue guardada para hacer estudios científicos.
Espero que os haya gustado. Os dejo la bibliografía:
Psicokillers: Los asesinos en serie más famosos de la historia, de Juan Antonio Cebrián
Os dejo también el capítulo de Pasajes del Terror que La Rosa de los Vientos le dedicó hace años: