ASESINOS EN SERIE: ALFREDO GALÁN SOTILLO, EL ASESINO DE LA BARAJA

El año 2003 se saldó con más de cien muertes violentas en Madrid. Y en medio de ese caos, con un asesinato u homicidio cada tres días, comienza a actuar Alfredo Galán Sotillo, que será bautizado por la prensa como el Asesino de la Baraja y que se llevará por delante la vida de seis personas y dejará heridas a otras tres, causando el caos en todo Madrid.

¿Su modus operandi? Disparos a quemarropa en la espalda o en la cabeza con un arma de fabricación soviética, una Tokarev TT-33. ¿El perfil de víctima? NINGUNO. Lo aterrador de casos como Alfredo Galán, el Hijo de Sam o Richard Ramírez es que elegían sus víctimas al azar, sin razón aparente, simplemente por el hecho de cruzarse en su camino, lo que hacía que nadie, absolutamente nadie, pudiese sentirse a salvo en la ciudad.

La madrugada del 4 al 5 de febrero de 2003, en una parada de autobús de Alameda de Osuna aparecía el cuerpo sin vida de Juan Carlos Martín Escacio, un empleado del aeropuerto de Barajas de 28 años. Presentaba un disparo en la cabeza y todo indicaba por la trayectoria de la bala que lo habían obligado a ponerse de rodillas antes de disparar. Junto a su cuerpo aparecería un naipe: el as de copas. Alfredo Galán se subió a su coche y se fue a casa, comió y durmió como si nada hubiese pasado y ese mismo día 5 de febrero a las cuatro de la tarde decidió volver a matar. Tras dar un par de vueltas por Alcalá de Henares, decide entrar en el Bar Rojas y sin mediar palabra, dispara al camarero, Mikel Jiménez Sánchez, de 17 años, y a una clienta que se encontraba hablando por teléfono en ese momento, Juana Dolores Uclés, de 57 años. Ambos mueren en el acto. La dueña del local, Teresa Sánchez, logró esconderse detrás de la barra, pero dos disparos la alcanzaron y la dejaron malherida. Alfredo Galán sabía que había fallado, pero prefirió optar por la cautela y salir rápidamente del lugar. Del Bar Rojas se fue a la consulta con su psiquiatra, que no notó en él nada extraño. Y es que Alfredo Galán estaba de baja por un episodio de ansiedad en el que perdió completamente los papeles mientras recogía chapapote en Galicia. Cuando llegó a casa y encendió el televisor, todos hablaban de los asesinatos: en especial los medios habían puesto énfasis en la carta aparecida junto al cuerpo de Juan Carlos Martín Escacio y en los telediarios ya todos hablaban “del Asesino del Naipe” o “El Asesino de la Baraja”. La verdad es que aquella carta había ido a parar allí por casualidad, pero la idea de utilizar un naipe como firma le gustó y pensó emplearlo en sus siguientes crímenes. Aquella noche se fue a dormir, orgulloso, supongo, de haber cometido tres crímenes. Pero ese no era el primer día que había matado. El 24 de enero, Alfredo Galán entró en la portería del número 89 de la calle Alonso Cano, allí, pese a haber un bebé de dos años presenciándolo todo, obligó a Juan Francisco Ledesma a ponerse de rodillas y sin mediar palabra lo ejecutó de un tiro en la cabeza, dejando al bebé totalmente aterrorizado y llorando. No es que el caso hubiese pasado desapercibido para la policía, en absoluto. Se investigó, y mucho, la vida de la víctima para dar con alguna posible vía de investigación que explicase aquella muerte, pero no se encontraron pistas que seguir: aquel hombre llevaba una vida totalmente normal. Pero mientras la policía se afanaba en resolver el caso, nuevos y nuevos homicidios se iban acumulando.

La noche del 7 de marzo, una pareja joven estaba charlando tranquilamente en la avenida de Viñuella, en Tres Cantos, cuando Alfredo Galán se les acercó: disparó Santiago Eduardo en la cara y apuntó hacia su acompañante, Anahid, que logro agacharse y taparse la cabeza. Así estuvo durante unos minutos, cuando abrió los ojos, el atacante se había esfumado, y junto a ellos se encontraba un dos de copas. Santiago Eduardo sobrevivió tras 150 días en el hospital, Anahid tuvo más suerte: el arma se encasquilló. No había dudas este tiroteo esta relacionado con el asesinato de Juan Carlos Martín Escacio. Este caso recayó en manos de la Guardia Civil, que inspeccionó minuciosamente la escena de los hechos hasta dar con el proyectil, que resultó ser de una Tokarev. Al enviar el proyectil a balística, descubren que ese mismo arma, (que como sabemos por las series y películas deja marcas únicas en los proyectiles), está relacionada con tres crímenes que investiga la Policía (son los casquillos del asesinato en la parada de autobús, del doble asesinato en el bar de Las Rozas y de la calle Alonso Cano). No había duda de que detrás de aquellos asesinatos se encontraba el mismo autor. Pero ¿Quién era? ¿Por qué mataba? Era demasiado pronto para responder a esas preguntas, pero lo que sí tenían claro es que volvería a asesinar. Y así pasó. El 18 de marzo, el asesino de la baraja vuelve a actuar de nuevo, esta vez en Arganda del Rey, disparando a bocajarro a George y Diona Magda. Él murió en el acto, ella dos días después, junto a sus cuerpos estaban en tres y el cuatro de copas.

Y de pronto, los asesinatos del Asesino de la Baraja cesaron. ¿Qué había hecho hasta entonces los investigadores? Pues una vez que no hubo dudas de que todos estos casos estaban relacionados con el misma arma, se pusieron manos a la obra. La Tokarev no era un arma muy común en España y ese modelo en concreto había sido fabricado en los Balcanes. Comprobaron todas las Tokarev registradas en el país (unas 45) y ninguna de ellas había sido el arma del crimen, así que empezaron a barajar como hipótesis que alguien la hubiese traído a España de manera ilegal. Había dos opciones: bandas de delincuentes del Este o un soldado que la hubiese introducido ilegalmente en el país tras su paso por la guerra de los Balcanes. 

Paralelamente, se toma una decisión controvertida: facilitar una línea gratuita donde cualquier ciudadano pudiese llamar para aportar cualquier pista. Se recibieron más de 2000 llamadas con multitud de pistas falsas, personas inculpando a sus parejas, a sus vecinos, a sus compañeros de trabajo; videntes, bromistas…un auténtico caos. Los investigadores se dieron cuenta de que debían volver a centrarse en el arma del crimen y en los testimonios de dos supervivientes para realizar varios retratos robot que hicieron públicos. Mientras tanto, las autoridades siguen trabajando y elaboran un perfil: un joven de 24 a 26 años, delgado, alto, que hubiese estado destinado en alguna misión humanitaria en los Balcanes y que tuviese algún problema psiquiátrico. Se recibió un listado con cientos de nombres y, entre ellos figuraba el nombre de Alfredo Galán.

Pero en este caso ocurrió algo destacable. Era mayo y se avecinaban elecciones municipales y tener un asesino en serie suelto en Madrid no era la mejor imagen que podían vender los responsables políticos. Era tanta la presión sobre la policía, que se acabó deteniendo a Francisco Javier A. T, un ex militar de extrema derecha miembro de los Ultra Sur que había estado en los Balcanes. Se trató de una decisión política, contraria al criterio de los fiscales y los investigadores, que sabían (porque lo tenían bajo vigilancia) que Francisco Javier tenía coartada para las fechas en las que se cometieron los crímenes. Finalmente, fue puesto en libertad, por no poder imputársele ningún delito.

La investigación avanzaba lentamente. Y, de pronto, el 3 de julio de 2003, un hombre visiblemente ebrio acude a una comisaría de Puertollano y se presenta, para sorpresa de todos, como el Asesino de la Baraja. Los allí presentes no lo toman en serio hasta que Alfredo Galán les piden que contacten con Madrid y que les digan que en las cartas que ha dejado al lado de sus víctimas hay una pequeña marca realizada con un rotulador Carioca de color azul. Cuando los investigadores les confirman este dato, que no era conocido por la prensa ni se había hecho público en ningún momento, la policía se da cuenta de que está ante el asesino de la Baraja que había estado sembrando el pánico en Madrid.

¿Por qué se entregó? Sólo él lo sabe. Algunos investigadores sostienen que vio que el cerco sobre los sospechosos se estrechaba demasiado (el de Alfredo Galán era el tercer nombre en la lista de sospechosos), otros consideran que se entregó porque quería dejar de matar. Pero la teoría más plausible es que se entregó por vanidad: no quería que sus actos quedasen sin autoría, quería que todo el mundo supiese que se trataba del asesino de la baraja y que él había sido tan listo que los investigadores no habían sido capaces de atraparlo. Alfredo Galán confesó todos los crímenes, dando todo tipo de detalles sobre lo sucedido pero cuando se le pasó la borrachera…cambió de idea y se desdijo de todo lo que había confesado pero ya era tarde. Cuando registran su domicilio de Alcalá de Henares encuentran varios mazos de cartas y un rotulador Carioca azul y también varios recortes de prensa que hablaban sobre el asesino de la baraja. En casa de su hermana encontraron un proyectil pero la pistola nunca apareció. El juicio contra Alfredo Galán se celebró en 2025 y en él fue condenado a 142 años de prisión. Debido a la legislación solamente pasará un total de 25 años en la cárcel, de los cuales lleva veinte.

Sobre los motivos que llevaron a Alfredo Galán a matar hay también diferentes versiones: unos opinan que su paso por los Balcanes le creó algún tipo de trauma mientras que otros consideran que en estas misiones humanitarias se frustró por no haber entrado en combate. Lo que sí es cierto, y así se lo afirmó, al psiquiatra que lo evaluó, es que mató “porque quería ver qué se sentía” y, efectivamente, como todo psicópata, no sintió nada. Alfredo Galán fue toda su vida un mediocre, nunca destacó en sus estudios, ni en sus relaciones sociales, ni en el amor. La muerte de su madre cuando era apenas un niño de ocho años lo marcó profundamente y desde entonces se volvió un niño retraído y reservados. Quiso entrar en la Guardia Civil y fracasó, entró en el ejército…y fracasó. Acabó trabajando como vigilante de seguridad, seguramente sintiendo que había fracasado estrepitosamente y decidió destacar de alguna manera. Y lo hizo matando. Los expertos lo catalogaron como un psicópata exhibicionista: sin remordimientos, sin arrepentimiento, sin ningún tipo de piedad, que reniega ahora de lo que hizo, un asesino que saldrá de prisión dentro de cinco años. Y hasta aquí el hilo de hoy sobre el Asesino de la Baraja.

Os dejo los vídeos que he usado para documentarme:

https://www.rtve.es/play/videos/el-asesino-de-la-baraja/episodio-1-tambores-guerra/6733235/

https://www.rtve.es/play/videos/el-asesino-de-la-baraja/episodio-2-rey-copas/6733236/

https://www.rtve.es/play/videos/el-asesino-de-la-baraja/episodio-3-caza-hombre/6733275/

Publicado por veganibalecter

Como perder el tiempo en twitter no me parecía suficiente...decidí abrirme este blog. Aquí encontraréis (en otro formato) mis hilos sobre cine, historia, literatura, sociología...

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