ASESINOS EN SERIE: MANUEL DELGADO VILLEGAS, EL ARROPIERO

Hoy os contaré la historia sobre cómo un interrogatorio sobre la desaparición de una mujer en El Puerto de Santamaría acabó por desvelar al mayor asesino en serie de la historia de España. Hoy os hablaré de Manuel Delgado Villegas, el Arropiero. Vamos allá

El día 18 de enero de 1971, la familia de Toñi Rodríguez Relinque, una joven de 38 años que solía ofrecer sus servicios sexuales a los camioneros que llegaban a El Puerto de Santamaría, denuncia que lleva varios días sin verla y señala que su actual pareja, un hombre conocido como El Arropiero, podría estar detrás de su desaparición. Cuando la policía va en su busca, ve a un joven atlético, de 28 años, amable que los acompaña sin resistirse a comisaría. Allí el joven, llamado Manuel Delgado Villegas, les explica que desconoce el paradero de Toñi y afirma que la noche de su desaparición él había ido al cine mostrándoles la entrada que convenientemente guardaba en el bolsillo.  La policía, que desconfía de su coartada, le pregunta por el argumento de la película y cuando Villegas es incapaz de responder comienza a convulsionar, fingiendo (así lo determinó el médico forense) un ataque epiléptico. A medida que avanza el interrogatorio las excusas de El Arropiero se van desmoronando y acabó confesando que ese 14 de enero fue con Toñi a un descampado para mantener relaciones sexuales y que allí discutieron, la golpeó y la asfixió con sus leotardos. Confesó que había dejado su cuerpo escondido entre unos matorrales y que a lo largo de cuatro días había estado volviendo al lugar para mantener relaciones sexuales con el cadáver. Ante la mirada atónita de los investigadores, Villegas replicó que “así es mejor, porque no habla”. El asesinato de Toñi no había sido el único en la región. A mediados de diciembre de 1970 había aparecido flotando en el río Guadalete el cuerpo de Francisco María, un electricista de 24 años. Aunque parecía un ahogamiento, el forense había descubierto que aquel hombre había recibido un fuerte golpe en la tráquea y determinó que había sido asesinado. Quizás por intuición, quizás por matar dos pájaros de un tiro, la policía le preguntó por este crimen y para sorpresa de todos confesó que también lo había matado. Contó que eran amigos y que mientras viajaban en moto Francisco lo había tocado inapropiadamente, motivo por el cual Villegas le asestó un golpe en el cuello y lo arrojó a un río.

Pero había más, mucho más. El arropiero acabó confesando que era el autor de 48 asesinatos cometidos unos años antes en España, Italia y Francia.

Manuel Delgado Villegas nació en Sevilla el 25 de enero de 1943. Al morir su madre al dar a luz, su padre decidió enviarlos a él y a su hermana a Catalunya donde los criaría su abuela y otros familiares en un hogar caracterizado por la violencia y la falta de afecto. Villegas empezaría a buscarse la vida muy pronto: siendo apenas un adolescente empezó a prostituirse para ganarse la vida y nada más cumplir los 18 años se alistó en la Legión, donde aprendería “el golpe del legionario”, un golpe dado en el cuello con el canto de la mano que provocaba el hundimiento de la glotis y la asfixia y que Villegas utilizaría en muchos de sus crímenes. El Arropiero, llamado así por su padre, que era vendedor de arropías, unos dulces hechos con higos, no pasaría mucho tiempo en la legión ya que acabaría siendo expulsado por “problemas mentales”. Y es que sufría (o aparentaba sufrir) ataques epilépticos. Al salir de la legión recorrió España (y cruzó varias veces la frontera para trasladarse a Italia y a Francia) mendigando y ejerciendo esporádicamente la prostitución. Aunque jamás fue detenido en el extranjero, sí fue arrestado por la policía española en aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes pero al fingir sus ataques de epilepsia acababan ingresándolo en psiquiátricos durante cortas temporadas.

Su primer asesinato lo va a cometer cuando tiene 21 años: el 21 de enero de 1964, paseando por la playa de Llorac, en Garraf (Barcelona) se fija en Adolfo Folch Muntaner, un cocinero que había ido a la playa a recoger arena para limpiar las cacerolas y que se había tumbado a descansar. Sin ninguna razón, se aproximó a él, le partió el cráneo con una piedra y lo mató, llevándose sus pertenencias.

El siguiente crimen que se pudo probar lo cometió tres años después: el 20 de junio de 1967 se cuela en una casa de Camp Plana, en Ibiza y allí viola, golpea, asfixia y apuñala a una joven estudiante francesa llamada Margaret Helen Boudrie. El joven con el que había estado unas horas antes con ella fue acusado de su asesinato y permaneció un año y medio en prisión hasta que lo liberaron por falta de pruebas.

Un año después, el 20 de julio de 1968, El Arropiero se cruza con Venancio Hernández Carrasco, un vecino de Chinchón. Al pedirle algo de comer, Venancio se niega y le dice que se ponga a trabajar, a lo que Villegas reacciona asestándole el golpe del legionario y ahogándolo en un río.

El 5 de abril de 1969, tras un encuentro sexual íntimo, le pide dinero a Ramón Estrada, un empresario barcelonés y al no recibir la cantidad acordada el Arropiero lo golpea brutalmente con una silla, le parte el cuello y lo abandona dándolo por muerto. Fallecería pocas horas después en el hospital. De no ser por la confesión de El Arropiero, jamás se hubiese dado con el autor del crimen, pues a petición de la familia el caso fue catalogado como muerte accidental.

El último de los crímenes que se pudo probar fue el de Anastasia Borello, una anciana de 69 años a la que asesinó el 23 de noviembre de 1969 después de que ella se negase a tener sexo con él. La mató a golpes con un ladrillo y durante cuatro días estuvo abusando de su cadáver hasta que tuvo que dejar de hacerlo porque unos niños jugaban demasiado cerca y podrían haberlo visto.

De los asesinatos confesados por El Arropiero sólo se pudieron probar 7 y se comprobaron otros 14 pero no hubo suficientes pruebas para demostrar su culpabilidad. De todos los casos, Villegas recordaba cada detalle. Debido a que la policía española no podía investigar por aquel entonces en el extranjero, los crímenes que confesó haber cometido en Francia e Italia quedaron sin demostrar.

En 1977 El Arropiero llevaba seis años y medio en prisión. No había tenido ningún tipo de protección legal. Tampoco hubo juicio debido a que lo declararon exento de responsabilidad penal y lo calificaron de “deficiente mental que rayaba en la oligofrenia”. Descubrieron además que era poseedor del cromosoma XYY, también conocido como Síndrome 47 y Cromosoma de Lombroso, que por entonces se asociaba con una mayor tendencia a la criminalidad. Manuel Delgado Villegas pasó su vida entre psiquiátricos y fue sometido a electroshocks y todo tipo de tratamientos que lo convirtieron en un hombre inofensivo, al que apenas se le entendía lo que decía (TVE española lo entrevistó en Código Uno en 1993). En 1998, con la entrada del nuevo Código Penal, quedó en régimen abierto, por lo que pasó sus últimos días vagabundeando por las calles de Mataró. Murió el 2 de febrero de 1998 por una afección pulmonar.

Y hasta aquí el hilo de hoy. Os dejo con una anécdota: mientras lo conducían a una de las reconstrucciones de sus crímenes escucharon en la radio que habían detenido a un mexicano por matar a más de 50 personas. Pidió a los investigadores ser liberado durante unas horas prometiendo volver. Su objetivo era matar al mayor número de personas posible porque “ese cabrón mejicano no mata más que yo”.

Os dejo la bibliografía:

https://criminalia.es/asesino/manuel-delgado-villegas/ https://www.youtube.com/watch?v=7wL40sTdRHQ

Publicado por veganibalecter

Como perder el tiempo en twitter no me parecía suficiente...decidí abrirme este blog. Aquí encontraréis (en otro formato) mis hilos sobre cine, historia, literatura, sociología...

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