EL ASESINATO DE LOS ROMANOV

El anterior hilo se había cerrado con la advertencia que Rasputín había hecho en una carta al Zar Nicolás: si moría a manos de los poderosos nadie de la familia Romanov viviría más de dos años. Efectivamente, su pronóstico se cumplió y los Romanov eran brutalmente asesinados el 4 de julio de 1918 aunque los misterios de sus muertes tardarían casi 80 años en resolverse. Pero antes de descifrar los enigmas hay que ir un poco atrás en el tiempo para ponernos en situación.

El principio del final de los Romanov comienza a fraguarse tras estallar la revolución. Los soldados enviados al frente durante la IGM estaban siendo acribillados y los muertos se contaban por centenares de miles. Los soldados que sobrevivían lo hacían con mucha dificultad: sin armas, sin alimentos y desmoralizados acabarían por sublevarse. Junto con el ejército, los obreros, liderados por Alexander Kerensky se sublevan, lo que llevaría al Zar a abdicar después de 23 años de mandato. La vida de la familia Romanov cambiaría drásticamente en cuestión de meses. Residiendo en lujosos palacios, acompañados por 250 doncellas y con una tremenda colección de joyas y reliquias religiosas (valoradas en unos 80 millones de dólares), los Romanov vivían al margen del hambre, el descontento social y el resentimiento hacia el régimen zarista que vivía el pueblo ruso.

Tras la abdicación, la familia es desplazada a Siberia y tras 9 meses se decidiría su traslado a Ekaterinburgo, instalándose en lo que el régimen denominó “La casa del Propósito especial”.

La guerra civil entre bolcheviques y los contra-revolucionarios (llamados también “Rusos Blancos” y apoyados por EEUU, GB, Francia y Japón) seguía y los Rusos Blancos estaban a punto de entrar en Ekaterinburgo, con el consiguiente riesgo para el régimen de que liberasen a los Romanov. Había que tomar una decisión. A principios de julio de 1918 Jacob Jurovsky (jefe de la policía secreta bolchevique) se pone al mando de la custodia de los Romanov. Pocos días después Filip Golochekin (jefe de los bolcheviques de los Urales) recibe el encargo de matar a la familia Romanov.

Jurovsky

Dicho y hecho. El 16 de julio de 1918 Yurovsky y sus hombres despiertan a la familia y les obligan a bajar al sótano con la escusa de tomar una fotografía. Allí fueron masacrados los Zares, sus cinco hijos, tres de sus criados y el médico de la familia. Tras su ejecución un telegrama cifrado llega a Moscú: misión cumplida.

Oficialmente nada más se supo, aunque la muerte de los Romanov era algo de sobra conocido también se extendían rumores sobre la supervivencia de todos o alguno de los miembros de la familia: se decía que habían logrado escapar en barco, que estaban escondidos en alguna idea remota, pero el rumor más extendido es que una de las hijas de los Romanov, Anastasia, había sobrevivido.

A mediados de febrero de 1920 una joven es rescatada del río en Berlín y es trasladada a un hospital. Al ser interrogada para saber su nombre, confiesa que sufre amnesia. Sólo recuerda que se llama Anastasia Romanov y que logró huir con uno de los soldados que iban a matarla. La noticia se extiende y llega a oídos de los familiares de los Romanov que se encuentran divididos: para algunos el parecido era innegable y para otros se trataba de una impostora. El tema trajo cola y sería finalmente finiquitado cuando la justicia alemana determinó que no se trataba de Anastasia. Su nombre era Anne Anderson pero seguiría insistiendo hasta su muerte, en 1986 que era Anastasia Romanov.

Antes de que se me olvide. Los Romanov estaban emparentados con la familia real británica. El príncipe Jorge, conociendo su más que seguro destino intentaría sacar a la familia trazando un plan consistente en llevar un barco hasta la ciudad rusa de Murmansk y poder trasladarlos sanos y salvos hasta el Reino Unido. Sin embargo, la Zarina Alejandra era de origen alemán y no despertaba confianza, por lo que el plan se echa atrás. Se supo, años después que el servicio secreto británico siguió trabajando en la idea de rescatar a los Romanov enviando a un espía a Ekaterinburgo. El agente (de nombre “Ali”) consiguió llegar hasta la “Casa del propósito especial”, localizó las estancias donde estaban alojados los Romanov, diseñó un mapa de la vivienda, determinando en qué puntos se colocaban cada uno de los soldados dentro de la casa y fuera. La vigilancia era tan fuerte que calificó de “misión suicida” la idea de rescatarlos y, de nuevo, la idea de salvar a la familia Romanov de una muerte segura, se vino abajo.

Bien, seguimos y avanzamos unas décadas, hasta 1977, año en que el por entonces Presidente Bréhnev decide derribar la casa de los Romanov para evitar que se convirtiese en un lugar de peregrinación. Supervisando este derribo estaba el por entonces Jefe del Partido Comunista Local Boris Yelsin, que se convertiría en Presidente más de una década después.

Como veis, los años han pasado y nada se sabía de los Romanov. Ninguna autoridad había confirmado nada. Tendría que pasar mucho más tiempo para poder saber, al fin, lo que había ocurrido con la familia real. Y llegamos a principios de los años 90, cuando el informe de Yurousky es desclasificado y puede por fin leer el relato de lo acontecido aquella noche de julio de 1918: Tras los disparos, el Zar y la Zarina murieron en el acto. Alexei fue el siguiente. Las cuatro chicas tuvieron peor suerte: con la esperanza de ser rescatados, la Zarina Alejandra les había ordenado a sus hijas coser en sus vestimentas muchas de las joyas familiares. Esto había frenado el impacto de las balas, y tras muchos disparos, bayonetazos y golpes acabaron falleciendo. Sus cuerpos fueron arrojados a una mina y, días después, trasladados a un bosque, donde los rociaron con ácido y enterraron. Efectivamente, cuando en 1991 se abre la fosa, allí aparecen los 9 cadáveres.

Y diréis…9? ¿No eran 11? Efectivamente, eran 11. Y aquí comienza otra intriga. Los números no cuadran. Se identifican los cadáveres de los 3 sirvientes y el doctor. Para confirmar que los cinco restantes eran los Romanov hubo que acudir a la investigación por ADN. Era necesario utilizar el ADN mitocondrial para determinar si los restos eran o no de los Romanov. ¿De dónde sacarían la muestra? Ni más ni menos que del Duque de Edinburgo (sobrino nieto de la Zarina Alexandra). Las pruebas confirman que se trata de los Romanov, pero faltan dos cuerpos. ¿Dónde estaban Alexei y Anastasia?

Se retomó el caso de Anne Anderson, que había muerto unos años antes. Los restos del tumor que acabó con su vida podrían determinar si realmente era, como siempre había afirmado, Anastasia Romanov. El análisis se realizó en 1994 y se confirmó que no tenía nada que ver con la dinastía Romanov.

En 1995, en San Petersburgo, se entierra a la familia Romanov pero el paradero del zarévich y Anastasia seguiría siendo un misterio durante más de 20 años.

Tumba de la familia Romanov

En junio de 2007 se hicieron nuevas excavaciones en el bosque donde habían sido arrojados los cuerpos y se descubrió un sepulcro con dos cadáveres. Se trataba de dos jóvenes, un varón de entre 12 y 14 años y una mujer de entre 17 y 19 años. Sus cuerpos habían sido incinerados y apenas había una decena de fragmentos válidos para realizar un análisis de ADN. Para estar más seguros, dado el estado de los restos, se decide acudir no sólo a la muestra de ADN anterior sino que se intenta localizar ADN del Zar Nicolás. Pero…Cómo? Pues a través   de una camisa que Ricardo llevaba cuando era aún heredero y fue atacado en un viaje a Japón. Después de no pocas búsquedas, la camisa es localizada en el almacén del Museo estatal Hermitage de San PetersburgoCon esa muestra pudo confirmarse, por fin, en febrero de 2009 que se trataba de Alexei y Anastasia.

Tuvieron que pasar más de 90 años para conocer por fin todos los misterios del asesinato de los Romanov y esta ha sido la breve historia de su asesinato.

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Publicado por veganibalecter

Como perder el tiempo en twitter no me parecía suficiente...decidí abrirme este blog. Aquí encontraréis (en otro formato) mis hilos sobre cine, historia, literatura, sociología...

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